Sentado, cabizbajo, mira ausente. Una colilla se muere entre su mano. Dora la tarde de un tórrido verano las arrugas marcadas en su frente. No siente la ceniza incandescente ni el sol que abrasa su cabello cano. Quieto en el banco desde muy temprano, levanta al cielo su rostro lentamente. Mirando al infinito ensimismado quizás piensa en la vida pasajera y, al rescatar recuerdos olvidados, esboza una sonrisa verdadera viendo a un niño correr tras la paloma que se escapa volando de su vera.
PACO ZURITA
ENERO 2021