No muy lejos de Caulina, cerca de Cañada Ancha, vivía mi familia donde teníamos una casa de campo y un buen trozo de tierra donde la hierba crecía salvaje y generosa al llegar las primeras lluvias. Mis padres no cultivaban la tierra y el único fruto que obteníamos de ella eran caracoles que abundaban enSigue leyendo «EL MULO DE DOMINGO»