A ti, madre de Dios y madre nuestra
Reina y Patrona de Jerez……
Por todas las víctimas de esta pandemia.
Hoy, madre, que llora el cielo,
Mirando al cielo te digo
Que el cielo llora de pena
Y Jerez llora contigo.
Quieres ir de Romería y encontrarte con tu gente y que tu Jerez te cuente sus cosas por Tornería. Quieres que se duerma el día sintiendo el calor ferviente de esta gente que te siente al son de una bulería. Quieres ser su compañía en la soledad presente que tu rostro sonriente nos inunde de armonía. Quieres calmar la sequía. Ser agua de nuestras fuentes. Consuelo por los ausentes y bálsamo en la agonía. No pudo ser madre mía verte en la calle este año y que tú, Virgen María, bendiciendo a tu rebaño la llenes de tu alegría una vez más desde antaño. No pudo ser, madre buena, rosa de Dios escogida, y aunque nos dé tanta pena que esta pandemia lo impida, ni un nardo, ni una azucena te faltarán en la vida. No pudo ser mi Señora. No Quiso Dios que así fuera. Y el ardor que nos devora por verte, madre, allá afuera sueña ya con esa hora en que Dios también lo quiera. Que para, Merced, rezarte, no existe mejor manera que, señora y baluarte de Jerez de la Frontera, a ti, madre, encomendarte que la lleves a tu vera. Y no pudiendo cantarte desde el balcón de tu plaza el que con su voz te abraza viene a tu casa a buscarte. Quizás pueda lastimarte tu sonrisa tan hermosa mas sabes, morena rosa, que viéndose en el madero, ese divino cordero que nos muestras orgullosa lleva en su mano una cruz y en la otra, el mundo entero por quien se entrega postrero el Dios a quien diste a luz. Sentir del pueblo Andaluz que como dijo Machado ve en tu hijo ensangrentado alivio a sus propias penas, redención a sus condenas que entrega crucificado. Pesan tanto las cadenas que en este mundo llevamos que, en verdad, necesitamos, por esa tu gracia plena, que nos des tú, madre buena, al niño que está en tus manos. Danos madre al niño; danos esperanza a nuestro males, las mercedes celestiales que esperamos los cristianos. Danos vides y trigales, vino y pan, su cuerpo santo, que porque nos quieres tanto, como punzan los rosales, te clavan siete puñales a cambio de tu tesoro. Por eso, con fe te imploro, por el amor que nos tienes, nos colmes tú de esos bienes que no se compran con oro. Y, ya ves, aquí nos tienes, mirándonos en tus ojos, caminando entre rastrojos y doliéndonos las sienes. Que ese niño que sostienes, nacido de tus entrañas, le dio a este rincón de España, ¡Vive Dios! ¡Al mundo entero! el amor más verdadero porque ni miente ni engaña. Por eso, prometo y quiero En éste, tu santuario, ser como un buen mercedario y ofrecerme prisionero. Ser de su viña el obrero. De Dios reo de por vida, y dándola por perdida, ganarla, madre, en el cielo cuando tras el largo vuelo vea la tierra prometida. Y es que cada desconsuelo se tornará en alegría cuando tú, Virgen María, Madre de Dios, su modelo, nos llenes de tu consuelo y de su amor sin medida. Morena rosa escogida de esta tierra jerezana que desde edad tan temprana siempre llevas protegida. Lucero de sus mañanas. Albariza de su viña. Agua y sol de su campiña. Vino y flor de sus andanas. Repicarán las campanas cuando viéndote en la calle tu Jerez de nuevo estalle de alegría y de contento y ese será el gran momento que el tiempo jamás acalle. Y hasta entonces, si hay lamentos…. con tus mejillas morenas nos endulzarás las penas y los agrios sufrimientos. Son los puros sentimientos, forjados ya en mi niñez, por los que pido otra vez que en la vida y en la muerte no dejemos de tenerte Reina y Madre de Jerez.
BASÍLICA DE LA MERCED CORONADA
24 de septiembre de 2020