EL DUEÑO DE LA VIÑA
Quizás penséis que soy un iluso visionario por ver símbolos que solo existen en mi imaginación. Pero muchas veces nos cegamos nosotros mismos los ojos del alma por no querer ver lo que siente nuestro corazón.
Este pasado fin de semana fue agotador; no en mi trabajo diario, del que me quejo más de lo necesario, sino por echar una inexperta mano en hacer la vendimia en una viña de la familia. Levantarse al alba para coger uva, llevarla en espuertas al caserío, molturarla y prensarla para acabar llenando las botas con el mosto hasta altas horas de la noche, fue realmente agotador…
Me pregunté el primer día qué clase de descanso era ese que dice que cambiar de rutina descansa. Pero hincado de rodillas en la polvorienta albariza, las manos negras, los riñones rotos y el solano de las doce abrasando mi espalda sudorosa, me…
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