Recuerdo que de niño, observaba cómo las hormigas reconstruían con impresionante rapidez y disciplina el hormiguero que la lluvia o mis travesuras destruían por completo. Recogían a sus víctimas y en poco tiempo tenía el mismo aspecto y vitalidad que antes del desastre.
Que estamos ante una crisis de enorme gravedad y que afecta a todo el mundo, ya nadie lo duda. Vemos como, día a día, los datos de la pandemia nos sobrecogen y nos asustan hasta el punto de lograr que muchos pierdan los nervios y el norte.
Como en cualquier situación difícil, la naturaleza humana deja ver nítidamente sus grandezas y sus miserias que son, en definitiva, las que dirimen que la solución llegue más pronto o más tarde.
Hemos de ser conscientes de que las sociedades en las que prima la conciencia cívica y responsable, por encima de los individualismos y posturas egoístas, son las que logran que las dificultades se superen con mayor rapidez.
Y en mi casa, como ordenan las autoridades, tras acabar mi jornada en el banco, creo que mis pensamientos pueden resultar de ayuda para todos los que quieran escuchar.
Estoy viendo muchos comportamientos ejemplares que, sin duda, han de servir de modelo para saber cuál es el camino. Son los de aquellas personas que acuden a sus puestos de trabajo porque son necesarios para los demás. Son aquellos que se ofrecen voluntarios para ayudar a los que tienen dificultades. Son los que lanzan mensajes de optimismo a clientes, proveedores, enfermos… Son todas aquellas personas que no dudan en respetar las normas fijadas para bien de todos.
Y también hay comportamientos erróneos y, muchas veces ruines, que aprovechan estos momentos para crear división, polémica o reivindicar ideas políticas. Son también aquellos que crean, tergiversan y difunden mensajes por las redes sociales que no ayudan a superar la crisis sino a demorar su superación. Ante ese tipo de personas, sólo cabe una postura; ignorarlos. El tiempo y las personas de buena fe los juzgarán cuando pase todo.
Esta es la hora de la responsabilidad individual de cada uno de nosotros. Porque la madurez de una sociedad no es más que la suma de la que demuestran todos sus individuos. Una responsabilidad que pasa por pensar en los demás cumpliendo escrupulosamente lo que las autoridades nos marquen, sean de nuestra opinión política o no; ahora eso no importa.
Lo que realmente importa es acabar cuanto antes con esta situación para empezar de nuevo. Entonces tendremos que dar lo mejor de nosotros mismos, como hacen las hormigas, para recuperar lo que nos hemos dejado en el camino.
Paco Zurita
Marzo 2020