La vida la marcan los verdaderos amigos. Esos que están ahí cuando se les necesita. Quienes aparecen en el lugar y en el momento exactos para estar a nuestro lado y socorrernos, simplemente porque se preocupan de verdad por nosotros. Han sido muchas las ocasiones en las que he podido sentir el cariño y el aprecio de verdaderos amigos que me han dado esos empujones milagrosos que han marcado mi destino y a los que debo, en buena medida, todo lo bueno que me han traído la vida.
Corría el año 1989 y estaba en quinto de carrera en la facultad de Económicas de Sevilla. Solía sentarme junto a un compañero de Granada con el que me llegó a unir una gran amistad y que conservo con orgullo hasta el día de hoy. Dios siempre ha puesto amigos y gente en mi camino que han sido claves en mi vida e, Iñaki, que así era conocido por los más íntimos, estaba allí cuando lo necesité.
En ese último curso, las cosas se estaban complicando al final. Había concatenado varios fracasos seguidos y ya daba por hecho que no iba a aprobarlo todo ese año. Con la moral por los suelos, bajo un calor insoportable y con la convicción de no llevar bien preparada la materia, afronté el examen final de Política Económica con muy pocas opciones. Constaba de dos partes y al concluir la primera, estaba tan convencido de haberla suspendido que decidí irme para mi casa y no presentarme a la segunda. Cuando salía por la puerta del aula, me encontré a Iñaki que estaba en parecida situacióny me preguntó; ¿a dónde vas?; Le contesté que no merecía la pena perder el tiempo con la segunda parte del examen ya que estaba seguro de haber suspendido la primera. Discutimos durante un buen rato y se agotaba el tiempo porque los alumnos empezaban a entrar en el aula de nuevo para terminar la prueba.
La paciencia de mi amigo se agotó y con una energía casi violenta me contestó; si no vuelves ahora mismo a la clase te meto a empujones. ¡¡ Sí, esa fueron exactamente sus palabras!!
Escéptico, aunque con el propósito de no defraudar a mi amigo, entré en el aula y me dispuse a hacer el examen. Fue largo y tedioso pero aquella segunda parte, para mi propio asombro, la bordé. Encontré fuerzas más allá de las mías e inspiración que calificaría de divina. Días más tarde puede ver un NOTABLE junto a mi nombre en el tablón de las notas. Él no aprobó esa asignatura en junio y yo no aprobé Informática en esa convocatoria pero los dos aprobamos la carrera en septiembre y ese empujón fue determinante porque me di cuenta de la importancia de contar con un buen amigo y de Aquel otro que le susurró al oído que no me dejara marcharme a casa ese día.
PACO ZURITA
DICIEMBRE 2019