MIGUEL EL PICONERO

Empieza a hacer fío y, con la luz por las nubes, muchos tememos darle al botón del aire acondicionado o del brasero, tras habernos quedado helados con la cuenta pagada en el supermercado y la carta del banco anunciando la nueva cuota del préstamo.

En ello pensaba cuando me fijé en un viejo brasero dorado que ahora reina melancólico sobre un aparador de la casa. Sonreí mientras me acordé de Miguel, ese viejo piconero que, a cambio de limpiarnos cada otoño los olivos y los pinos de la finca,  se llevaba el picón que allí mismo elaboraba con sus ramas retiradas.

En aquellos años, aquella laboriosa y artesanal empresa de convertir la verde madera en negras virutas de carbón, atraía mi curiosidad de niño y absorbía mi atención durante las largas horas que llevaba aquel proceso.

Tras amontonar cuidadosamente las ramas y los troncos formando un cono que me recordaba las tiendas  de los indios,  Miguel prendía  a esa montaña fuego que sofocaba con tierra y ramajes verdes para que el oxígeno no penetrara en el interior candente y consumiera la madera sin quemarla.

Al cabo de muchas horas de combustión silente, retiraba la tierra de aquel montículo y, como por arte de magia, llenaba sacos y sacos de negro Picón.

Con ese oro negro de la época, Miguel pasaba el invierno calentito y aun le sobraba algunos  sacos que vendía para sacarse unas perritas y seguir tirando en la vida. Una vida sencilla, carente de todo lujo y forjada con esfuerzo y con sudor. Una vida abnegada que permitió que nuestra sociedad de hoy lo tenga todo más fácil y cómodo aunque tiemble solo con pensar que se vaya la luz o nos corten el agua si no llueve.  

Casi instintivamente, cuando la necesidad aprieta, solemos mirar atrás y tratar de recordar lo que hacían nuestros abuelos en tiempos de una vida más dura y con menos comodidades. De lo que no estoy seguro es si estamos preparados para afrontarlas con la misma determinación y entereza de aquel viejo piconero.

Por si acaso, no perderé de vista el dorado brasero por si tiene que servir para llenarlo de picón y afrontar estos difíciles tiempos.

Paco Zurita

Noviembre 2022

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