Ante el lecho de muerte de mi madre

Ya no te lo puedo decir con los labios, mientras duermes el tránsito de esta vida a la eterna. Te miro y contemplo ese rostro amoroso de una madre que, aún marcado por el paso de los años, expresa aun la belleza de un alma buena como la tuya.

¡Te quiero decir tantas cosas ….!  Y, como desde niño, surge en mi la necesidad vital de escribir los sentimientos   que brotan del alma cuando la boca no se atreve.

Esta mañana cantaban los pájaros como en aquel poema de Juan Ramón que tanto de gustaba;  “ Y yo me iré y se quedarán los pájaros cantando..”  Pero cantan de alegría por ti, madre, porque allá arriba te esperan tus queridos padres,  mamá Pepa y mi abuelo ayamontino.  Allí esperan también ansiosos la tata Rosario y la tata Ton y el tío Paco y tantos seres queridos  a los que tanto quisiste y a los que te entregaste en cuerpo y alma.

Te has ido, como tú anhelabas, el mismo día en que viniste al mundo, en el que recibiste por primera vez a Jesús sacramentado y en en que te uniste para siempre a mi padre. ¡Cosas del Señor!

Papá te tiene en su pensamiento, como en estos últimos sesenta años en los que unió su vida a la tuya para dar vida de la buena. No hay amor más limpio y puro que aquel que se desprende de todo lo superfluo para entregarse al otro.  

Sé que nos estás diciendo que cuidemos de él;  bien sabes que así lo haremos. De todas las almas del mundo encontraste la más buena y noble, tu querido Santiago.

El piano está callado porque solo tú sabías escuchar mis torpes notas y ahora se perderían en mis manos temblorosas,huérfanas de tus benévolos oídos agradecidos.

Hablar no puedo porque la voz se me quiebra y sólo atino a escribir estas palabras para que las escuches en el silencio de tu  sueño.

Aunque ahora lamento no habértelo dicho más veces, ya sabes lo mucho te quiero,  bien lo sabías  desde el primer día en que nací. Me repetías una y otra vez que era el vivo retrato de tu padre y el fiel reflejo de la nobleza de tu esposo;  tú siempre tan exagerada con mis virtudes y tan parca en palabras con mis defectos.

Pero ni a ellos, ni a ti,  ni a ninguna de las personas con las que hemos amado en este mundo defraudarán las gotas de sangre que fluye por mis venas.

Escucho en el silencio tu voz y vislumbro tu sonrisa, sabedora de que estamos juntos, que siempre lo estaremos, como esas veces que nos reuníamos bajo la sombra de la enorme mimosa junto al brocal del pozo.

Y tú escuchas los ecos de nuestrasvoces,  de cada uno  de tus hijos, de los que llevaste en tu seno, de los que se unieron a ellos para darte la alegría de tus nietos, de tu querida prima Concha y del que compartió contigo toda una vida enamorado siempre de ti.

Escucho tus consejos, tus sanos reproches, tus palabras de amor y consuelo y me sigues hablando desde aquel manantial de amor eterno que es el corazón de una madre.

Me consuela decirte estas cosas, quizás a destiempo para el mundo terreno, pero no para la eternidad del amor que no perece.

El amor de Dios no muere nunca y dio mucho fruto en Beli, en Saluli y en este hijo tuyo que nació moreno como tu padre. En Pepe, en Irene, en Santi y en Juanma y todas los seres que, unidos a ellos, den fruto de bondad abundante.

Seguimos caminando por esta vida hasta que Dios quiera llevarnos a una de esas moradas donde no ya no existe llanto, ni dolor y celebremos con alegría su amor eterno.

Espéranos, madre, en ese jardín del cielo para seguir compartiendo allí la alegría que sembraste en este mundo.

Contigo siempre.

Tu hijo Paco

25 de mayo de 2024

Deja un comentario